Pacto con el diablo

Cuando deseas tanto repetir algo, inconscientemente tu mente empieza a divagar e intentar reproducirlo. Lo vive en primera, segunda y tercera persona. Lo imagina tal y cómo volveria a ser. Donde todos los detalles se exponen con una claridad y precisión milimétrica. Recreando los segundos del antes, del durante, y del después. Haciendo una simulación virtual del acto, de la situación. Que va más allá del éxtasis y del efecto de la adrenalina recorriendo tu piel. Disparando tu presión sanguínea. Aumentando tu estado de alerta. Tu cuerpo comenzaría a sudar para enfriar los músculos. Tus pupilas se dilatarían para atraer mayor información del entorno. Y todo por un gesto, que le siguió un pensamiento. El mismo que te evoco ese recuerdo, intenso. La capacidad de tu respuesta está basada en la comparación y la experiencia. A los estímulos que has sido sometida. Tenerme a mi cerca es una batalla perdida para tu auto gestión. Porque no tienes control sobre tus emociones más primarias. La misma estabilidad de tus sentimientos te desestabiliza, pareces un funambulista, mi niña. El poder de la sugestión está en niveles extremos. Somos aliados del vértigo y del arte de olvidarnos de todo el mundo, cuando estamos tú y yo en la misma habitación. Sucumbimos a la tentación en cero coma y en la cama, liberamos a nuestros demonios. Para que sean ellos los que jueguen a ser malos adoptando roles muy sexuales y haciendo realidad fantasías aún por explotar.

Uno frente al otro, beso a beso, caricia tras caricia. Cuerpos completamente desnudos. Y mucho tiempo.

Mmmm