Eres libre

Eres libre, puedes irte. Si no te vas es porque no quieres. Entonces ven. Acércate, un poco más. Pero vas tú y me empujas con todas tus ganas. Porque sabes que tengo razón. Y es superior a tus fuerzas. Me agarras de la camiseta. Me pellizcas en tu intento de odiarme. Porque me parezco a tu ángel y a tu demonio a la vez. Gritas de impotencia. Y me besas. Y esa misma camiseta que hace nada la malatratabas, intentas quitármela. Como no puedes (eres muy torpe cuando estás muy nerviosa o muy cachonda) me tocas el bulto del pantalón. Me pides (inconscientemente) que sea yo el que te quite la ropa. Te daré los argumentos que necesitas para que no te vayas. Y de paso, te dejaré sin bragas. Me gusta ver tu cara ahora mismo, porque es un poema. Vas a llegar pero no quieres llegar. Quieres seguir en esa línea del tiempo donde el limbo es un bonito lugar para vivir. Donde te espera el éxtasis, pero el camino recorrido es igual de intenso. Un paso en falso. Una mirada. Un gesto. Y adiós.